miércoles, 26 de enero de 2011

Aplauso para Álex

El gremio del cine español empieza a comprender, a hostia limpia (con la mano abierta, dejando marca), que vivimos en otra era en la que los latigazos no sirven para nada. Álex de la Iglesia, en un ataque muy personal de sentido común, pragmatismo e inteligencia, se dio cuenta de que luchar contra la Red es como meter el mar en un cubo de plástico y ha dimitido. Además, ni los internautas son desdentados y curtidos marineros con garfios ni los autores son totalmente dueños de su obra. Mucho más los músicos y los cineastas. El resto, puede; ellos, no. 

Dimite y se va porque habló con el otro lado, porque se dio cuenta de que se estaban cometiendo excesos, porque se percató de que González-Sinde es de largo la peor ministra de Cultura de la historia de la democracia española, incapaz de consensuar nada, escorada hacia el bando de la ley represiva y de los intereses de las majos americanas. Y al final, ¿quién iba a pagar el pato? Pues los de siempre, los usuarios. La Innombrable ya ha empezado a recular, consciente de que cada cual recoge sus soplidos en forma de huracanes, y  mucho más cuando el viento viene de un pueblo hasta las pelotas de tener que soportar a cuatro tarugos que piensan que seguimos viviendo en la era de Gutenberg y del CD. 

¿Por qué la piratería es más fuerte en España? Pues porque en el mundo civilizado la música y las películas tienen pactos comerciales para venderse por la red a precios bajos. Y ya está. Ganan todos. Si alguien puede gastarse 20 euros en iTunes comprando 20 canciones distintas a poco menos que un euro, y lo hace, ¿por qué no se lo gasta en un CD? Pues porque ese modelo de negocio está muerto, tanto como la música de Alejandro Sanz y compañía, que presumen de ser abiertos y cosmopolitas y luego reaccionan como los patrones del siglo XIX cuando les tocan el bolsillo: a palos. Aplauso cerrado pues para De la Iglesia, que le ha echado bemoles. Todo lo demás es ruido de fondo. 


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