martes, 18 de enero de 2011

Albert Boadella dice que somos calvinistas

Frase de nuestro querido (sean cuales sean sus neuras, manías y apetencias políticas) Albert Boadella. Siempre nos ha gustado ese espíritu de mosca cojonera, como de bufón abofeteador de esta España llena de prohombres cobardes al buen estilo de Maupassant. Dice esto el interfecto: "Nos estamos convirtiendo en un país prácticamente luterano o calvinista. Va desapareciendo nuestra civilización mediterránea y entra el puritanismo de las grandes potencias". ¡¡Ojalá fuéramos un país algo más puritano pero protestante!! Con doble signo de exclamación. El calvinismo, y por extensión todo el protestantismo de raíz germánica (el anglicanismo algo menos, el baptismo es casi una broma…), tiene el efecto perverso del puritanismo, si bien el mayor país calvinista del mundo es Holanda, patria del vicio y el fornicio legalizado, así que tampoco sería tan malo: a mayor prohibición, más gusto en trasgredir. 

Si fuéramos protestantes habría mayores mecenas, más amor por la cultura y la ciencia, probablemente un sistema educativo más estricto y eficiente, también es probable que hubiera menos corrupción o cuando menos estaría menos tolerada, y sin duda alguna el espíritu de sacrificio en el trabajo estaría presente en cada rincón. Básicamente, España no sería España, sería otra España, más eficiente, más culta y más germánica. Mejor, vamos. Civilización mediterránea sólo ha habido una, la grecolatina, porque el resto ha dejado rasgos pero no ha dominado de verdad. Somos el pálido reflejo de aquel mundo, y aunque hemos mejorado muchas cosas de ellos, nuestro anhelo europeo de ser de nuevo Grecia y Roma juntas se esfuma. Para ser un país mediterráneo amante de la vida y luego estar cargado y lleno de prejuicios y de malos hábitos, sería preferible ser una república calvinista como Dios manda. ¿O no?


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