Vivimos en un tiempo en el que la tecnología marca una diferencia tan abismal que ya es casi imposible volver atrás. Y sin embargo, en cualquier momento podemos regresar a la Edad Media en un pestañeo sencillo. Basta que nos quedemos sin energía eléctrica para que toda nuestra e-civilización se vaya al infierno y con ella la diferencia de clase que es usar un Apple o un PC. Para el caso es lo mismo, es la nueva cadena, una fase en la cual no somos nada sin los gadgets adecuados, y que en la empresa Apple es una trampa.
Qué genial es Steve Jobs, especialmente para engancharnos y que no paremos de gastar en él: si te compras un iPod te vende al margen soportes, fundas, accesorios para radio, para el coche, para correr con él... el elemento en sí no es barato, pero lo tiene todo. El verdadero fortunón lo hace Apple con los accesorios y con las aplicaciones para la tecnología que vende. Es un efecto perverso de adicción sin freno y que hace que muchos compren iPhone, iPad, MacBook y el mítico Mac, además de todo tipo de aplicaciones secundarias. Así que, ya que vamos a ponernos el yugo, cuando menos que le cueste a Jobs, así que, de vez en cuando, regocijaos si le falla algo a la manzana mordida, que lo hace. Es lo que nos queda, disparar a la manzana para verla sangrar, si podemos.
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