Luces y sombras. Como en esta foto, perfecta para ilustrar lo que muchas veces es Mario Vargas Llosa, un genial escritor que metafóricamente es como la rubia del chiste, que mientras no abra la boca no tendrá problemas. En su caso, mientras se dedique a escribir novelas y relatos no pensará en política, que es donde abre la boca y hace realidad el chiste: "¿Tu novia por qué no abre la boca? ¿Pá qué, pá cagarla?". Eso en castizo. En lenguaje civilizado, Vargas Llosa es un amo y señor de las letras, que representa lo mejor de este arte eterno y vital, pero cuando escribe dentro de 'Piedra de toque' resulta ser terriblemente reaccionario en muchos temas. Es la Fe del converso: cuanto más demostración pública de apego a la nueva Fe, mejor seré. Más bien lo contrario, porque el converso siempre será más fanático con lo suyo y reaccionario con todo lo demás para reafirmarse a sí mismo. El liberalismo de Vargas Llosa es un desapego con su propio ente literario, y de tanto escorarse termina en el lado extremo de donde debería. Es el triunfo del sentimiento del vacío psicológico frente al método de la Razón. Un verdadero liberal no da juicios solemnes sin resquicios, no es fatuo, no lanza "fatwas", sino que construye vías llenas de dudas pero con un par de certezas firmes que son el esqueleto de sociedades más sanas mentalmente. Y recurrir a la religión, perdonar su falta de democracia, es un síntoma del lado oscuro de Vargas Llosa. No te metas en política, maestro, ni aquí ni en ningún lado más. No abras la boca, que la ca...
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