Salamanca es una ciudad que da para mucho, incluso para recrear el viejo western setentero de Clint Eastwood, ‘Infierno de cobardes’. Me sorprendió que una compañera de un miembro de este grupo se sorprendiera a su vez de haber sido sincero con la gente del Festival: por decirle que algo no le había gustado y que las vanguardias sin pedagogía sólo producen estampidas de espectadores. ¿Qué pasa, es que hay que bajar la cabeza ante la institución de turno que se gasta la pasta en la ciudad? ¿Qué somos, furcias a las que se paga por dejarse hacer sin derecho mínimo a la protesta? Lo llamó "kale borroka". Vamos, que tiene la gracia donde yo te diga el comentario... Si algo está mal, se dice, que bien que nos meten luego el dedo en el ojo cuando cometemos errores nosotros. Se empieza por ahí y se termina renunciado a tener voz y voto. Que aprendan de la gente que pagó la entrada del CAEM el viernes y luego salió escopetada cuando Ponifasio metía mano a Shakespeare, que es dinero público, ¡leches!
sábado, 31 de mayo de 2008
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1 comentario:
Tú dales caña, que decía el Guerra. Será buena señal. Lo de Madrid es un ejemplo de civismo: "métase usted con quien quiera, pero a Shakespeare no me lo toque".
Por cierto:
http://www.muzikalia.com/leerdisco.php/1906/julio-de-la-rosa/el-espectador
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